Versión de Dios
En la oquedad de nuestro barro breve
el mar sin nombre de Su luz no cabe.
Ninguna lengua a Su Verdad se atreve.
Nadie lo ha visto a Dios. Nadie lo sabe.
Mayor que todo dios, nuestra sed busca,
se hace menor que el libro y la utopía,
y, cuando el Templo en su esplendor Lo ofusca,
rompe, infantil, del vientre de María.
El Unigénito venido a menos
traspone la distancia en un vagido;
calla la Gloria y el Amor explana;
Sus manos y Sus pies de tierra llenos,
rostro de carne y sol del Escondido,
¡versión de Dios en pequeñez humana!
(Pedro Casaldáliga, CMF)
Nunca ha sido bueno que haya personas que dirijan su mirada en una sola dirección. Si miran sólo hacia el pasado, se quedan en la simple nostalgia; si lo hacen exclusivamente hacia el presente, olvidan sus raíces y se quedan sin fundamento. Si les preocupa sólo el futuro, difícilmente podrán esperar sin apoyos de ahora o de antes.
La grandeza del Adviento está en que hace mirar en las tres direcciones. La liturgia actualiza el pasado, ilumina desde él el presente e impulsa hacia un futuro que, por lo que aconteció y lo que acontece ahora, está sólidamente apoyado. Es otra manera de decir que celebramos las tres venidas del Señor: la histórica, la permanente presencia en la vida de la Iglesia y la Parusía como consumación de todo, meta de todas las promesas.
Los futuros de los que nos habla el Adviento no son homogéneos. Los hay de largo alcance y de llegada inmediata. Ni el propio Isaías sabía cuándo habrían de tener lugar sus anuncios. Muchos de ellos, y en plenitud, aún no se han alcanzado, aunque estemos ahora disfrutándolos en parte y es sin duda el tiempo verbal que más se usa en todo el año. Pero al notar que el profeta siempre apoya sus predicciones en la seguridad de las promesas divinas, se advierte la confianza en que se cumplirán. Son anuncios que rezuman seguridad. Son futuros que dependen de Dios y saldrán adelante.
Y al mirar esos apoyos, ¿quién puede dudar de nuestro presente? Sobre todo al saber que celebramos el cumplimiento de lo más importante: “He aquí que la Virgen concebirá un Hijo y le pondrá por nombre Emmanuel que significa Dios-con-nosotros”.
Por eso el creyente no puede ser persona de mirada en una sola dirección. El remoto pasado nos invita al cercano pas
¿Y en que otro apoyo podía fundamentar Jesús el anuncio de su venida al final de los tiempos? Si Él vendrá es porque ha venido y si está entre nosotros es porque vino. Es la justificación de este tiempo de esperanzas. Pero aún es mayor la actualidad cuando descubrimos que estamos llamados a realizar lo hecho y a volver a empezar lo acabado.
¿Preparó Juan los caminos del Señor? Claro que sí. Pero se nos invita a prepararlos aquí y ahora. ¿Se allanaron montes, se enderezaron caminos y se allanaron valles en su tiempo y por su palabra? Desde luego; y sin embargo se nos llama a continuar haciéndolo.
Si nos atenemos a la frase del Bautista: “En el desierto preparad el camino al Señor” nos sentiremos aparentemente no escuchados como Juan se sintió en su tiempo. Pero se formaron colas para recibir el bautismo de conversión. A pesar de tanto desierto. Hasta físico.
Y al caer en la cuenta de que hoy como ayer hay muchos que preparan la venida, que viven la esperanza, que se alegran de la actualización sacramental que la Liturgia nos ofrece de la espera y de la venida, el desierto es menos y la alegría mayor porque, además de estar, se Le espera. Y casi sin querer nos hemos topado con la mirada al presente. Siempre que se aguarda algo en nombre de unas promesas fiel y puntualmente cumplidas, esa esperanza es fundada. Se parece mucho a la de los profetas.
El Adviento es un gran acto de fe en que lo que sirvió hace dos mil años sigue en vigor, tan actual como entonces. Es la afirmación de que todo aquello que se anunciaba como inminente: “Hacia Él caminarán las naciones, confluirán pueblos numerosos”; “nos instruirá en sus caminos y marcharemos por sus sendas”; “de las espadas forjarán arados; de las lanzas, podaderas”; “sales al encuentro del que practica la justicia y se acuerda de tus caminos”; “defenderá con justicia al desamparado, con equidad dará sentencia al pobre”; “aquel día se dirá: Aquí está nuestro Dios, de quien esperábamos que nos salvara”... se ha cumplido, se está cumpliendo y que se cumplirá en plenitud al final de los tiempos.
Es el Adviento una solemne afirmación de la permanente actualidad de Dios en las limitaciones que el tiempo supone para el hombre. Porque hablar de Dios como “actual” es como poner límites a su eternidad; es limitarle a un tiempo que, por muy largo que sea, siempre será límite. Por eso es sólo una manera de hablar.
Esa actualidad, sin embargo, nos la presenta la Liturgia tal como es: ilimitada y eterna en sus dimensiones, pero cercana y limitada por las señales que nosotros podemos interpretar . Más todavía: las celebraciones del Adviento nos acercan tanto la expectación de muchos siglos que parece corta; nos muestran tan próxima la prolongadísima esperanza de un pueblo, que se nos antoja corta.
El Catecismo de la Iglesia Católica amplía también esta espera a los pueblos paganos, “aunque confusa”(522). Y otra vez tenemos que afirmar la vigencia de un adviento constante en quienes a tientas y a ciegas, pero con esfuerzo y resolución, buscan afanosamente a Dios entre los múltiples “semina Verbi” diseminadas en todo lugar y en muchas creencias.
Durante este tiempo, la Iglesia quiere y proclama la conversión como preparación para la venida de Cristo. Hay que destacar un aspecto de tal conversión, algo que la hace original y propia de este momento. Lo que Juan predicaba a orillas del Jordán era un bautismo de penitencia para quienes aguardaban desde la fe, para los que esperaban en las promesas. Ello hace suponer que, a pesar de su creencia, de su capacidad de espera, de su fidelidad a Yavé y a sus anuncios de salvación, algo había en la vida de aquéllos no inundado aún por la fe, no empapado por la salvación que Dios les había otorgado ya, aunque en nombre de Aquel cuyos caminos preparaban.
Desde la Liturgia, la Iglesia nos habla a quienes creemos, a quienes hemos puesto en Dios la esperanza. Y lo primero que necesitamos es introspección. Desde la luz que el Espíritu nos otorga, podemos ver los “espacios” que aún no están sintonizados con el Evangelio; las franjas de existencia a las que no ha llegado la conversión porque hemos puesto diques al torrente de salvación.
Los personajes que nos salen al encuentro estos días están a caballo entre los dos Testamentos. Acaso sea más exacto decir que son amigos de Dios por las dos Alianzas. Desde la primera esperan; y son inmediato preludio y “puente” de la segunda. Son testigos de algo que pocos entendieron entonces y que muchos siguen sin comprender ni aceptar: que Cristo es la Palabra definitiva; que no vendrán tras Él otros salvadores.
Lo entiende el Bautista cuando quiere disminuir a costa del crecimiento de Cristo. Lo quiere el Profeta, para quien después, en el tiempo futuro que él entrevé, todo será mejor. Lo quiere la Virgen Santísima, no sólo al escuchar al ángel Gabriel, sino al cantar la gloria de quien viene a enriquecer a los pobres y a dejar a los poderosos con las manos vacías.
Vive la Iglesia la gozosa novedad, única e irrepetible, de ver a su Excelsa Madre distinguida entre todos los mortales por su Concepción Inmaculada, obra que solamente desde Cristo era posible; como solamente la obra del Espíritu podía hacerla fecunda en su virginidad. Son demasiadas novedades como para pensar que todo iba a ser igual.
Es el Adviento un inmenso juicio de Dios sobre la historia. Revelado desde siglos al pueblo elegido mediante los Patriarcas y Profetas, y preparando una estirpe en la carne para el Hijo, ha ido declarando escasa la esperanza y, sobre todo, escasos los que se fiaban de las promesas. En el momento de la Encarnación, muy poquitos se enteraron y creyeron en los escandalosos signos que se les ofrecieron. Hoy, el Evangelio sigue entre nosotros denunciando la indiferencia de los más ante la presencia permanente de Cristo, o la hostilidad de quienes no quieren ver la indisoluble vinculación de Cristo con la Iglesia, de su Palabra con la de la Iglesia, de su salvación con la de la Iglesia.
La mirada del creyente hacia el pasado (promesas), hace que su fe tenga raíces tan profundamente clavadas en Dios que se siente constantemente invitado a iluminar desde el pasado el presente.
Cuando mira el ahora mismo, verá al mismo Cristo presente en la Iglesia, actualizando su salvación mediante los Sacramentos, haciéndola visible en los signos de la Liturgia, comprometiendo a los suyos en el anuncio de la Palabra y en la vida vivida según el Evangelio
Cuando la vista se dirige al mañana, se está convencido de que el futuro sólo es de Dios, y que sólo desde Él puede mirarse. Más aún: que sólo quienes ven así el mañana lo podrán hacer distinto. Porque lo hará Él y no nosotros. Cuando los hombres han hecho la historia ellos solos, ya sabemos lo que les ha salido. Cuando la han hecho desde Dios (Isaías, Juan Bautista, María), ya sabemos lo que ha ocurrido. Porque también para ellos hubo un mañana, que leyeron desde Dios. Y lo grande es que en ese “mañana” estaba presente Jesucristo.
Plan de Catequesis de Adviento: Acércate, Jesús va a nacer
Objetivos
1. Trabajar el Adviento y la Navidad en la catequesis.
2. Hablar de algunos de los personajes importantes del Belén.
3. Conectar la catequesis con la celebración de la Eucaristía del fin de semana.
Explicación de la catequesis
A los niños se les va a decir que un amigo muy especial quiere acercarse a conocerles. Para ello a lo largo de cuatro semanas nos va a ir haciendo preguntas que vamos a tener que responder en la catequesis y en la Eucaristía del fin de semana. Además tendrán que realizar algunas pruebas e investigar un poco, ayudados de sus padres para poder encontrar a este amigo que quiere acercarse a nosotros.
Cuestiones a tener en cuenta
1. Cada semana se les entregará un papel a los niños en la catequesis con la pregunta que tienen que responder, se puede pedir colaboración a sus padres.
2. En la Eucaristía del fin de semana se les preguntará a los niños por las respuestas que han escrito y se les pondrá una “tarea o prueba” que tendrán que realizar en la semana y que compartirán en catequesis.
3. Los catequistas cada semana al concluir la Eucaristía le entregarán una figura del portal de Belén.
Otras sugerencias
1. Cada semana se va a tener un símbolo, se podría presentar junto con el pan y el vino haciendo una monición, ej.:
1.ª semana del Adviento: junto con el pan y el vino te ofrecemos Señor esta vela encendida que quiere expresar nuestra vigilancia a tu venida.
2.ª semana del Adviento: junto con el pan y el vino te ofrecemos Señor este megáfono que quiere expresar nuestro compromiso de gritar las injusticias que se producen en nuestro mundo y acallan tu venida.
Adeste Fideles
Nunca ha sido bueno que haya personas que dirijan su mirada en una sola dirección. Si miran sólo hacia el pasado, se quedan en la simple nostalgia; si lo hacen exclusivamente hacia el presente, olvidan sus raíces y se quedan sin fundamento. Si les preocupa sólo el futuro, difícilmente podrán esperar sin apoyos de ahora o de antes.
La grandeza del Adviento está en que hace mirar en las tres direcciones. La liturgia actualiza el pasado, ilumina desde él el presente e impulsa hacia un futuro que, por lo que aconteció y lo que acontece ahora, está sólidamente apoyado. Es otra manera de decir que celebramos las tres venidas del Señor: la histórica, la permanente presencia en la vida de la Iglesia y la Parusía como consumación de todo, meta de todas las promesas.
Los futuros de los que nos habla el Adviento no son homogéneos. Los hay de largo alcance y de llegada inmediata. Ni el propio Isaías sabía cuándo habrían de tener lugar sus anuncios. Muchos de ellos, y en plenitud, aún no se han alcanzado, aunque estemos ahora disfrutándolos en parte y es sin duda el tiempo verbal que más se usa en todo el año. Pero al notar que el profeta siempre apoya sus predicciones en la seguridad de las promesas divinas, se advierte la confianza en que se cumplirán. Son anuncios que rezuman seguridad. Son futuros que dependen de Dios y saldrán adelante.
Y al mirar esos apoyos, ¿quién puede dudar de nuestro presente? Sobre todo al saber que celebramos el cumplimiento de lo más importante: “He aquí que la Virgen concebirá un Hijo y le pondrá por nombre Emmanuel que significa Dios-con-nosotros”.
Por eso el creyente no puede ser persona de mirada en una sola dirección. El remoto pasado nos invita al cercano pas
¿Y en que otro apoyo podía fundamentar Jesús el anuncio de su venida al final de los tiempos? Si Él vendrá es porque ha venido y si está entre nosotros es porque vino. Es la justificación de este tiempo de esperanzas. Pero aún es mayor la actualidad cuando descubrimos que estamos llamados a realizar lo hecho y a volver a empezar lo acabado.
¿Preparó Juan los caminos del Señor? Claro que sí. Pero se nos invita a prepararlos aquí y ahora. ¿Se allanaron montes, se enderezaron caminos y se allanaron valles en su tiempo y por su palabra? Desde luego; y sin embargo se nos llama a continuar haciéndolo.
Si nos atenemos a la frase del Bautista: “En el desierto preparad el camino al Señor” nos sentiremos aparentemente no escuchados como Juan se sintió en su tiempo. Pero se formaron colas para recibir el bautismo de conversión. A pesar de tanto desierto. Hasta físico.
Y al caer en la cuenta de que hoy como ayer hay muchos que preparan la venida, que viven la esperanza, que se alegran de la actualización sacramental que la Liturgia nos ofrece de la espera y de la venida, el desierto es menos y la alegría mayor porque, además de estar, se Le espera. Y casi sin querer nos hemos topado con la mirada al presente. Siempre que se aguarda algo en nombre de unas promesas fiel y puntualmente cumplidas, esa esperanza es fundada. Se parece mucho a la de los profetas.
El Adviento es un gran acto de fe en que lo que sirvió hace dos mil años sigue en vigor, tan actual como entonces. Es la afirmación de que todo aquello que se anunciaba como inminente: “Hacia Él caminarán las naciones, confluirán pueblos numerosos”; “nos instruirá en sus caminos y marcharemos por sus sendas”; “de las espadas forjarán arados; de las lanzas, podaderas”; “sales al encuentro del que practica la justicia y se acuerda de tus caminos”; “defenderá con justicia al desamparado, con equidad dará sentencia al pobre”; “aquel día se dirá: Aquí está nuestro Dios, de quien esperábamos que nos salvara”... se ha cumplido, se está cumpliendo y que se cumplirá en plenitud al final de los tiempos.
Es el Adviento una solemne afirmación de la permanente actualidad de Dios en las limitaciones que el tiempo supone para el hombre. Porque hablar de Dios como “actual” es como poner límites a su eternidad; es limitarle a un tiempo que, por muy largo que sea, siempre será límite. Por eso es sólo una manera de hablar.
Esa actualidad, sin embargo, nos la presenta la Liturgia tal como es: ilimitada y eterna en sus dimensiones, pero cercana y limitada por las señales que nosotros podemos interpretar . Más todavía: las celebraciones del Adviento nos acercan tanto la expectación de muchos siglos que parece corta; nos muestran tan próxima la prolongadísima esperanza de un pueblo, que se nos antoja corta.
El Catecismo de la Iglesia Católica amplía también esta espera a los pueblos paganos, “aunque confusa”(522). Y otra vez tenemos que afirmar la vigencia de un adviento constante en quienes a tientas y a ciegas, pero con esfuerzo y resolución, buscan afanosamente a Dios entre los múltiples “semina Verbi” diseminadas en todo lugar y en muchas creencias.
Durante este tiempo, la Iglesia quiere y proclama la conversión como preparación para la venida de Cristo. Hay que destacar un aspecto de tal conversión, algo que la hace original y propia de este momento. Lo que Juan predicaba a orillas del Jordán era un bautismo de penitencia para quienes aguardaban desde la fe, para los que esperaban en las promesas. Ello hace suponer que, a pesar de su creencia, de su capacidad de espera, de su fidelidad a Yavé y a sus anuncios de salvación, algo había en la vida de aquéllos no inundado aún por la fe, no empapado por la salvación que Dios les había otorgado ya, aunque en nombre de Aquel cuyos caminos preparaban.
Desde la Liturgia, la Iglesia nos habla a quienes creemos, a quienes hemos puesto en Dios la esperanza. Y lo primero que necesitamos es introspección. Desde la luz que el Espíritu nos otorga, podemos ver los “espacios” que aún no están sintonizados con el Evangelio; las franjas de existencia a las que no ha llegado la conversión porque hemos puesto diques al torrente de salvación.
Los personajes que nos salen al encuentro estos días están a caballo entre los dos Testamentos. Acaso sea más exacto decir que son amigos de Dios por las dos Alianzas. Desde la primera esperan; y son inmediato preludio y “puente” de la segunda. Son testigos de algo que pocos entendieron entonces y que muchos siguen sin comprender ni aceptar: que Cristo es la Palabra definitiva; que no vendrán tras Él otros salvadores.
Lo entiende el Bautista cuando quiere disminuir a costa del crecimiento de Cristo. Lo quiere el Profeta, para quien después, en el tiempo futuro que él entrevé, todo será mejor. Lo quiere la Virgen Santísima, no sólo al escuchar al ángel Gabriel, sino al cantar la gloria de quien viene a enriquecer a los pobres y a dejar a los poderosos con las manos vacías.
Vive la Iglesia la gozosa novedad, única e irrepetible, de ver a su Excelsa Madre distinguida entre todos los mortales por su Concepción Inmaculada, obra que solamente desde Cristo era posible; como solamente la obra del Espíritu podía hacerla fecunda en su virginidad. Son demasiadas novedades como para pensar que todo iba a ser igual.
Es el Adviento un inmenso juicio de Dios sobre la historia. Revelado desde siglos al pueblo elegido mediante los Patriarcas y Profetas, y preparando una estirpe en la carne para el Hijo, ha ido declarando escasa la esperanza y, sobre todo, escasos los que se fiaban de las promesas. En el momento de la Encarnación, muy poquitos se enteraron y creyeron en los escandalosos signos que se les ofrecieron. Hoy, el Evangelio sigue entre nosotros denunciando la indiferencia de los más ante la presencia permanente de Cristo, o la hostilidad de quienes no quieren ver la indisoluble vinculación de Cristo con la Iglesia, de su Palabra con la de la Iglesia, de su salvación con la de la Iglesia.
La mirada del creyente hacia el pasado (promesas), hace que su fe tenga raíces tan profundamente clavadas en Dios que se siente constantemente invitado a iluminar desde el pasado el presente.
Cuando mira el ahora mismo, verá al mismo Cristo presente en la Iglesia, actualizando su salvación mediante los Sacramentos, haciéndola visible en los signos de la Liturgia, comprometiendo a los suyos en el anuncio de la Palabra y en la vida vivida según el Evangelio
Cuando la vista se dirige al mañana, se está convencido de que el futuro sólo es de Dios, y que sólo desde Él puede mirarse. Más aún: que sólo quienes ven así el mañana lo podrán hacer distinto. Porque lo hará Él y no nosotros. Cuando los hombres han hecho la historia ellos solos, ya sabemos lo que les ha salido. Cuando la han hecho desde Dios (Isaías, Juan Bautista, María), ya sabemos lo que ha ocurrido. Porque también para ellos hubo un mañana, que leyeron desde Dios. Y lo grande es que en ese “mañana” estaba presente Jesucristo.
Plan de Catequesis de Adviento: Acércate, Jesús va a nacer
Objetivos
1. Trabajar el Adviento y la Navidad en la catequesis.
2. Hablar de algunos de los personajes importantes del Belén.
3. Conectar la catequesis con la celebración de la Eucaristía del fin de semana.
Explicación de la catequesis
A los niños se les va a decir que un amigo muy especial quiere acercarse a conocerles. Para ello a lo largo de cuatro semanas nos va a ir haciendo preguntas que vamos a tener que responder en la catequesis y en la Eucaristía del fin de semana. Además tendrán que realizar algunas pruebas e investigar un poco, ayudados de sus padres para poder encontrar a este amigo que quiere acercarse a nosotros.
Cuestiones a tener en cuenta
1. Cada semana se les entregará un papel a los niños en la catequesis con la pregunta que tienen que responder, se puede pedir colaboración a sus padres.
2. En la Eucaristía del fin de semana se les preguntará a los niños por las respuestas que han escrito y se les pondrá una “tarea o prueba” que tendrán que realizar en la semana y que compartirán en catequesis.
3. Los catequistas cada semana al concluir la Eucaristía le entregarán una figura del portal de Belén.
Otras sugerencias
1. Cada semana se va a tener un símbolo, se podría presentar junto con el pan y el vino haciendo una monición, ej.:
1.ª semana del Adviento: junto con el pan y el vino te ofrecemos Señor esta vela encendida que quiere expresar nuestra vigilancia a tu venida.
2.ª semana del Adviento: junto con el pan y el vino te ofrecemos Señor este megáfono que quiere expresar nuestro compromiso de gritar las injusticias que se producen en nuestro mundo y acallan tu venida.
3.ª semana del Adviento: junto con el pan y el vino te ofrecemos Señor estos/as prismáticos/gafas que quieren expresar nuestra tarea de ver los signos de tu presencia en medio de nuestro mundo que nos hablan de tu venida.
4.ª semana del Adviento: junto con el pan y el vino te ofrecemos Señor esta Biblia que quieren expresar nuestro compromiso de querer escuchar tu Palabra que nos habla de tu venida.
2. Se podría preparar con los niños, padres y catequistas un encuentro de villancicos donde se invite a todas las personas que quieran asistir. Sería bueno que ese día pudieran ir vestidos de pastores o típicos.
3. Aprovechando este encuentro u otros se podría invitar a que trajeran alimentos para compartir con los más necesitados ese día en las Eucaristías del fin de semana.
4. Se podría ver películas que hablan sobre la navidad en dibujos animados.
5. Realizar en la parroquia o arciprestazgos “Sembradores de estrellas”.
6. Hacer una “Ruta de los Belenes”, no solo para los niños sino los padres y la comunidad.
Estructura de las catequesis Las cuatro catequesis, correspondientes con las semanas del adviento, habría que trabajarlas antes en la coordinadora de catequistas, para distribuirse tareas y elegir qué acciones de las que se sugieren u otros van a realizar en este curso.
1. Texto del Evangelio.
2. Trabajo previo a realizar por las catequistas.
3. Catequesis con los niños donde se les entregará la hoja con la pregunta que tienen que llevar respondida a la misa del fin de semana.
4. Se sugiere que sería bueno terminar la catequesis en este tiempo acudiendo a la Iglesia para rezar e ir explicando qué es el Adviento, el por qué no hay flores, el sentido de las cuatro velas que se van encendiendo cada semana…
5. La Eucaristía del fin de semana donde el sacerdote le preguntará a los niños que han respondido y lo pondrá en conexión con el Evangelio de ese fin de semana. Además se le marcará la tarea o prueba que han de realizar en la semana.
6. A la semana siguiente en la catequesis o en la Eucaristía se les preguntará por la tarea o prueba realizada, el cómo les ha ido, si les ha sido fácil o difícil…
Nota: es importante que en todo este proceso se cuente con la ayuda de los padres o los abuelos, explicándoles antes del adviento lo que se va a hacer y las acciones que se realizarán para que acompañen a los niños. Se trata en la medida de lo posible de vivir el “verdadero sentido de la Navidad” tan desvirtuado por el consumismo de esas fechas y que con estas acciones lo puedan experimentar.
Acércate, Jesús va a nacer
- 1.ª Semana del Adviento: Acércate Jesús va a nacer estando vigilantes.
- 2.ª Semana del Adviento: Acércate Jesús va a nacer gritando.
- 3.ª Semana del Adviento: Acércate Jesús va a nacer viendo sus signos.
- 4.ª Semana del Adviento: Acércate Jesús va a nacer escuchándole.
- Navidad: Acércate, Jesús ha nacido.
1.ª Semana del Adviento.
Símbolo: una vela encendida o un candelabro.
Personaje: los pastores.
1. Texto del Evangelio. Marcos 13, 33-37
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: —"Miren, vigilen: pues no saben cuándo es el momento. Es igual que un hombre que se fue de viaje y dejo su casa, y dio a cada uno de sus criados su tarea, encargando al portero que velara.
Velen entonces, pues no saben cuándo vendrá el dueño de la casa, si al atardecer, o a medianoche, o al canto del gallo, o al amanecer; no sea que venga inesperadamente y les encuentre dormidos. Lo que les digo a ustedes lo digo a todos: !Velen!"
2. Trabajo previo de los catequistas
El objetivo es ayudar a los niños a descubrir la importancia de estar vigilantes. Para ello nos podemos fijar en los pastores y el trabajo que realizan, turnándose para cuidar del rebaño y que nadie se los lleve o se lo coma algún animal, en el cómo vigilan para que no se pierda… Se les puede hablar de cómo los pastores fueron los primeros en ir a ver al niño Jesús.
3. Catequesis con los niños
Se les entregará un trozo de papel con una lámpara dentro y la siguiente pregunta que responderán a lo largo de la semana llevándola a la Eucaristía del fin se semana:
— ¿En qué trabajos es necesario no quedarse dormidos y estar vigilantes? (obtenga el material en este enlace)
4. La Eucaristía del fin de semana
El sacerdote les dirá a los niños que les respondan a la pregunta hecha y se profundizará en lo importante que es estar atentos para acercarnos al nacimiento de Jesús. Si se quiere se puede hablar de los pastores.
- Compromiso de la semana: Al finalizar la Eucaristía se les dirá a los niños que para estar vigilantes y despiertos a la llegada de Jesús esta semana tendrán que rezar con sus padres antes de acostarse, pueden ayudar las oraciones que hay en el Catecismo.
- Entrega de la figura: Al finalizar la Eucaristía cada catequista les entregará la figura de los pastores.
- Sugerencia: Si se va a ir montando el Belén en la Iglesia se podría colocar al finalizar la homilía a los pastores dentro del portal.
5. Tarea o prueba realizada
En la catequesis o en la Eucaristía del fin de semana siguiente se preguntará si han rezado en familia.
2.ª Semana del Adviento.
Símbolo: un megáfono.
Personaje: Juan el Bautista.
1. Texto del Evangelio. Marcos 1, 1-8
Comienza el Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios. Está escrito en el profeta Isaías: Yo envío mi mensajero delante de ti para que 1 te prepare el camino. Una voz grita en el desierto: "Preparen el camino del Señor, allanen sus senderos." Juan bautizaba en el desierto; predicaba que se convirtieran y se bautizaran, para que se les perdonasen los pecados. Acudía la gente de Judea y de Jerusalén, confesaban sus pecados, y él los bautizaba en el Jordán. Juan iba vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura, y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Y proclamaba: "Detrás de mí viene el que puede más que yo, y yo no merezco agacharme para desatarle las sandalias. Yo les he bautizado con agua, pero él les bautizará con Espíritu Santo."
2. Trabajo previo de los catequistas
El objetivo es ayudar a los niños a descubrir la importancia de gritar, denunciar las injusticias que hay en nuestro mundo para ser un buen cristiana: hambre, guerra, violencia, enfermedades… Para ello nos podemos fijar en Juan Bautista, que denunció las injusticas de su tiempo, preparó el camino de Jesús, bautizó a los que querían convertirse… y dio la vida por decir y denunciar todo esto.
3. Catequesis con los niños
Se les entregará un trozo de papel con megáfono dentro y la siguiente pregunta que responderán a lo largo de la semana llevándola a la Eucaristía del fin se semana:
— ¿Qué habría que cambiar de nuestro mundo para que todos podamos vivir: unidos, en paz…? (Pídele ayuda a tus padres, abuelos, hermanos, profesores…) (Obtenga el material en este enlace.)
4. La Eucaristía del fin de semana
El sacerdote les dirá a los niños que les respondan a la pregunta hecha y se profundizará en lo importante que es no quedarse callados antes las injusticias de nuestro mundo que fue lo que hizo Juan el bautista.
- Compromiso de la semana: Al finalizar la Eucaristía se les dirá a los niños que para gritar las injusticias de nuestro mundo vamos a ser como Juan el Bautista, y todas las cosas que veamos mal en el colegio, con los amigos, en la familia… las “denunciaremos”, es decir nos dirigiremos a la persona que ha hecho eso mal y se lo diremos
- Entrega de la figura: Al finalizar la Eucaristía cada catequista les entregará la figura de Juan el Bautista.
- Sugerencia: si se va a ir montando el Belén en la Iglesia se podría colocar al finalizar la homilía a Juan el Bautista dentro del portal.
3.ª Semana del Adviento
Símbolo: Unos prismáticos o gafas.
Personaje: La estrella.
1. Texto del Evangelio. Juan 1, 6-8.19-28
Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: este venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz. Y este fue el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron desde Jerusalén sacerdotes y levitas a Juan, a que le preguntaran: —“¿Tú quién eres?” El confesó sin reservas: —“Yo no soy el Mesías”. Le preguntaron: —“Entonces, ¿qué? ¿Eres tú Elías?” El dijo: —”No lo soy”. —“¿Eres tú el Profeta?” Respondió: — “No”. Y le dijeron: —“¿Quién eres, para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado? ¿Qué dices de ti mismo?”. Contestó: —“Yo soy la voz que grita en el desierto: 'Allanad el camino del Señor', como dijo el profeta Isaías”. Entre los enviados había fariseos y le preguntaron: —“Entonces, ¿por qué bautizas, si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?” Juan les respondió: —“Yo bautizo con agua; en medio de vosotros hay uno que no conocéis, el que viene detrás de mí, y al que no soy digno de desatar la correa de la sandalia”. Esto pasaba en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde estaba Juan bautizando.
2. Trabajo previo de los catequistas
El objetivo es ayudar a los niños a descubrir la importancia de estar atentos para ver los signos de la presencia de Dios en nuestro mundo. Para ello nos podemos fijar en la Estrella, que nos lleva hacia el portal, es un signo de esperanza, también en las personas que hay a nuestro alrededor que con su testimonio nos acercan a Jesús.
3. Catequesis con los niños
Se les entregará un trozo de papel con unos prismáticos o unas gafas con la siguiente pregunta que responderán a lo largo de la semana llevándola a la Eucaristía del fin se semana:
— ¿Di qué cosas hay buenas en nuestro mundo? ¿Qué personas conoces que hacen el bien? (obtenga el material en este enlace).
4. La Eucaristía del fin de semana
en lo importante que es estar atentos para ver los signos de Dios en nuestro mundo, y como nosotros los cristianos tenemos que ser testigos en nuestro mundo (Se puede hablar del plan pastoral que se esté realizando en cada diócesis).
- Compromiso de la semana: Al finalizar la Eucaristía se les dirá a los niños que para ver los signos de Dios esta semana van a tener que ir por la calle, en la familia, en el colegio… y le van a tener que preguntar a la gente: — ¿Qué te gusta más de la Navidad?
- Entrega de la figura: Al finalizar la Eucaristía cada catequista les entregará la figura de la estrella.
- Sugerencia: si se va a ir montando el Belén en la Iglesia se podría colocar al finalizar la homilía a la estrella dentro del portal.
En la catequesis o en la Eucaristía del fin de semana siguiente se preguntará que les han respondido la personas.
4.ª Semana del Adviento.
Manualidades navideñas
* Bolas de cuerda para el Árbol de Navidad
* ¿Cómo hacer una corona de fieltro?
* Planta decorada para Navidad
* Adorno navideño reciclando lamparillas
* Botas para papá Noel
* Velas para Navidad
* Adornos con papel plateado
* Figuras recortables
* Tarjetas de Navidad
* Adornos para el árbol con nueces
* Tarjeta de Navidad muy dulce
* Tarjeta con algodón
* Árbol de Navidad reciclado
* Tarjetas de Navidad
* Decoración
* Belén con plastilina
* Árbol de navidad con macramé
* Estrellas de Navidad de macramé
* Campanas de tela
* Campanitas con servilletas
* Bola de navidad con tela
* Bola de navidad con cuerda
* Cartas para los Reyes Magos
* Flor de Pascua con botella de refresco
* Cuadro de Navidad
* Farolillo de Navidad
* Estrella dorada
* Copos de nieve de papel
* Hacer un pesebre de papel
* Móvil montable. Figura de Papá Noel
* Guirnaldas de Navidad
* Tarjetas de felicitación navideñas
Celebraciones de Adviento
- Celebración Penitencial. Descarga (71 kb). Por Juan Carlos Fernández de Simón Soriano.
- Oraciones para la corona de Adviento, con ideas de san Pablo. Descarga (53 kb). Manuel Pérez Tendero.
- Oraciones para cada semana de Adviento, con pensamientos paulinos.Descarga (373 kb). Por José Fernández-Paniagua Díaz-Flores.
- Cuaderno para jóvenes. Descarga (2.023 kb). Por Jaime Quiralte Tejero y Delegación de Juventud.
- Vigilia de la Inmaculada. Descarga (4.736 kb: pps. doc y partituras). Por Pedro Crespo Arias (La misa que en Iglesia en Daimiel).
- Reflexiones y oraciones desde la liturgia de cada domingo de Adviento.Descarga (1.128 kb). Por José Fernández-Paniagua Díaz-Flores.
- Catequesis de Adviento para niños (as) de 4º en adelante. Catequesis 1ª:Descarga (415 kb). Catequesis 2ª: Descarga (195 kb). Catequesis 3ª: Descarga (601 kb). Por Julián Martín Martín.
* Oración de Adviento 1
* Oración de Adviento 2
* Oración de Adviento 3
* Cinco días con María (Inmaculada) (Reflejos de Luz)
* Celebración de Reconciliación (R. de Luz)
* Adviento, Dios viene a nosotros (Representación) (R. de Luz)
* Celebración de Adviento (Reflejos de Luz)
* Celebración Adviento ESO y Bachillerato 1 (Reflejos de Luz)
* Celebración Adviento ESO y Bachillerato 2 (Reflejos de Luz)
* Cuadernillo de Adviento (Reflejos de Luz)
* Oración de Adviento 1 Oración Penitencial de Adviento
Fuente: Secretariado de Catequesis de Galicia
* Oración de Adviento 1 Oración Penitencial de Adviento
- Adviento-Navidad 2017: MOVIDA ADVIENTO – MOVIDA NAVIDAD
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