"ESE NOMBRE ANTE EL CUAL HA DE DOBLARSE TODA RODILLA EN LA TIERRA, EN
EL CIELO Y EN EL INFIERNO Y TODA LENGUA CONFESAR. ESE NOMBRE QUE CON
SÓLO NOMBRARLO, OBRA MILAGROS Y LIBRA DE LOS DEMONIOS POR SER EL NOMBRE
PODEROSO DEL OMNIPOTENTE.
DECIR
"JESÚS" ES YA DIRIGIR AL PADRE DE LOS CIELOS UNA ORACIÓN Y UNA SÚPLICA
QUE ÉL JAMÁS RECHAZA. DECIR "JESÚS" ES VENCER LAS FUERZAS ENEMIGAS,
CUALESQUIERA QUE SEAN."
(DE LOS ESCRITOS DE MARÍA VALTORTA.)
Con esta oración comienza el Introito de la Misa de hoy, fiesta del Nombre de Jesús. Una fiesta que, en un primer momento de celebró el segundo domingo después de la Epifanía pero que después se paso a los 8 días del nacimiento de Jesús: circuncisión.
Jesús, el Salvador, el nombre que Dios quiso para su Hijo.
Esta fiesta de la que fue tan devoto San Bernardino de Siena que en el Siglo XV estableció la representación del nombre de Jesús rodeado de rayos. Más adelante San Juan Capistrano favoreció esta devoción que en el Siglo XVIII fue incluida en el calendario universal.
Hoy podemos repetir muchas veces Jesús, Jesús para mi siempre serás Jesús.